Historia de Hortigüela

El origen del nombre de Hortigüela puede proceder de las huertas (ortoiuelas en la edad media) situadas en la magnifica vega del Río Arlanza, muchas de ellas propiedad del monasterio de San Pedro de Arlanza hasta la desamortización de Mendizábal en 1836, si bien otras fuentes también lo relacionan con las ortigas que se hallan en los montes de los alrededores.

La presencia del hombre en el término de Hortigüela se remonta hasta épocas prehistóricas. Las excavaciones en la cueva Millán y en la cueva de la Ermita han ofrecido indicios de habitación desde el Musteriense, en el paleolítico medio. Otra muestra es el dolmen hallado cerca de Villaespasa, estructura construida durante el neolítico, cuya función era la de sepulcro colectivo, si bien también se cree que puede ser una forma de reclamar un territorio, dada la poca entidad de los poblados neolíticos.

La localización de Hortigüela en la misma entrada del Valle de Arlanza le habría conferido, en determinadas épocas, un valor estratégico en cuanto a comunicaciones y comercio, sobre todo en época romana. La latinización de su nombre, nos hace suponer que no estuvo exenta de la profunda romanización a que estuvo sometida toda la comarca.

Asimismo es muy probable la presencia visigoda, pueblo germánico que penetró en el imperio romano, entre los siglos V y VIII, hasta el inicio del período islámico en España, como demuestran ciertas características de La Ermita de San Millán, que ahora preside el pueblo.

Posteriormente, durante la reconquista, numerosos grupos de repobladores, venidos de toda España liberada de árabes, y también mozárabes, llegaron a estos valles y se instalaron en ellos levantando pequeñas aldeas, cultivando campos, pastoreando ganados e instalando molinos en los cauces que guían las aguas del río Arlanza, al amparo de la fortaleza de Lara que garantizaba su seguridad. La pequeña dimensión de los grupos colonizadores y reconquistadores, entre seis y quince familias, clérigos incluidos, ocasionó la diseminación de aldeas, cuyas ermitas son el único vestigio que de muchas de aquellas diminutas poblaciones nos queda.

En la edad media, eran al menos 7 los barrios que componían Hortigüela: Hontecha, Trastorre, Barrio Peña, San Martín, Las Hazas, San Millán y Santa Gadea. De ahí que a veces aparezca en los escritos como Ortoiuelas.

En el transcurso del tiempo, la inercia del agrupamiento eliminó los núcleos más pequeños o peor situados. El 22 de abril de 1069, el rey Sancho II de Castilla, que tuvo por alférez al Cid, donó a la abadía de Arlanza “en en toda su integridad mi hacienda que tengo en las tres villas de Hortigüela”... Luego las Hortigüelas, que en el siglo X pudieron ser siete, habían quedado reducidas a tres a mediados del siglo XI. Doscientos años después ya se singulariza el nombre ya se habla expresamente de Hortigüela, dividida en dos barrios.

Hortigüela dependió legal, administrativa, religiosa y económicade la Abadía de San Pedro de Arlanza desde el siglo X hasta el siglo XIX. La Abadía proveía la asistencia religiosa y otros menesteres, sobre todo de culturización. El conde Fernán González, primer conde independiente de Castilla, convirtió a la Abadía en centro de sus querencias religiosas y en él dispuso su enterramiento (970).Actualmente su sepulcro y el de su esposa, Doña Sancha, se encuentran en la Colegiata de Covarrubias.

Como curiosidad, indicar que en el siglo XVIII los vecinos de Hortigüela tenían la obligación de trabajar en las fincas de la Abadía un día al mes, siendo la comida a cuenta del Monasterio, y el concejo pagaba 73 reales al año por todo impuesto. A mediados del siglo XX, adicionalmente a la historia agrícola y ganadera de las personas que han poblado estas tierra, se inició la extracción minera de cobre junto al río Valparaiso, que aunque pobre, dio sustento a algunas familias durante algún tiempo.

En la actualidad, el municipio de Hortigüela tiene una extensión aproximada de 21 Km2, y el pueblo ubicado a 940 m de altitud está habitado por 121 vecinos, cuyo gentilicio es morugo, algunos de los cuales siguen manteniendo, fieles a la historia, actividades agrícolas y ganaderas.

La Historia más reciente de Hortigüela, ligada al Monasterio de San Pedro de Arlanza.

 

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción

 

En cuanto a la arquitectura, se trata de un edificio cuyos muros están formados por piedra de sillería con aparejo isódomo (piedra labrada con piezas de igual altura). Se compone de una sola nave, planta de salón, que consta de dos tramos y que se remata en un ábside cuadrangular. El primer tramo meridional contiene la portada, el coro elevado y una capilla pequeña a modo de crucero, en el segundo se encuentra anexo el baptisterio, y junto al ábside se añade la sacristía en el lado sur. A los pies se ubica la torre a la que se accede por medio de un cuidado husillo. La parte superior se encuentra abovedada con crucería y terceletes de formas góticas.

El conjunto, excepción hecha de la capilla pequeña, la sacristía y el baptisterio, es una obra tardo gótica aunque con algunos elementos que delatan ya formas renacentistas, como la ventana meridional y el arco de medio punto con casetones sobre el que se levanta la torre, ya de pleno siglo XVI.

Escultóricamente, hay cuatro elementos principales a reseñar: la pila bautismal, los retablos del ábside y de la capilla meridional y la cruz procesional.

La pila bautismal de estilo románico, ubicada en el baptisterio, se ornamenta con los clásicos zarcillos que la rematan y por sus características se puede datar en la segunda mitad del siglo XII.

El cuidado y esbelto retablo o calvario gótico que cubre el muro del ábside es uno de los aspectos más significados de este templo. Se trata de una estructura de madera policromada que consta de doble cuerpo, cinco calles y remate, cuyas trazas, por el tipo de columnas, hornacinas y ático, responden a los usos habituales en las primeras décadas del siglo XVII, a pesar de que el dorado del mismo se realizara el año 1677, según consta en una inscripción de la cenefa que separa los cuerpos. En la calle central encontramos una representación de la Asunción de la Virgen de aspecto gótico y en las calles restantes vemos sendas pinturas sobre lienzo de formas barrocas que representan a San Pedro y San Pablo. El ático viene definido por la presencia de dos mensulones que sirven de marco a tres calles, mayor la central que las laterales. En ésta se ubican dos relicarios y en la central una talla de Cristo crucificado. El retablo no parece que fuera inicialmente pensado para este lugar pues está incompleto y la mayor parte de las imágenes ubicadas en él no responden a la época de la estructura, por lo que su llegada aquí se produce probablemente a raíz de la desamortización del cercano monasterio de San Pedro de Arlanza.

En la pequeña capilla meridional, a modo de crucero, vemos otros dos retablos. El primero es una estructura de madera dorada que consta de banco, un cuerpo, tres calles y pequeño remate o ático. La decoración de las columnas y el tipo de hornacinas nos indican que estamos ante una obra barroca dentro de las formas “rococó” y, por tanto, de la medianía del XVIII. Las hornacinas laterales están ocupadas por dos tallas de madera policromada de santos dominicos y la central por la Virgen sedante con el Niño. El segundo es una obra de madera policromada que consta de un cuerpo, tres calles y ático cuyas formas hablan un lenguaje de finales del XVI o primeras décadas del XVII. Interesan las tallas de madera policromada de San Antón, San Millán y la de San Miguel arcángel aplastando al demonio.

Finalmente, la cruz procesional de plata labrada y cincelada es obra del siglo XVI, aunque con recuerdos góticos.

 

 

Monasterio de San Pedro de Arlanza

La leyenda:

Una leyenda sobre el origen del monasterio de San Pedro de Arlanza, cuenta que estando de cacería el conde Fernán González por unos valles angostados del condado de su padre, un enorme jabalí le salió al paso. Intentando darle caza, el conde perdió todo cuidado, yendo a caer a una cueva donde vivía un santo ermitaño. Este le profetizó un futuro muy brillante, tanto a él como a su familia, viendo como ellos llevarían a Castilla hasta su independencia y hacia un próspero futuro.

Una vez se cumplieron la mayoría de los presagios del monje, el conde Fernan González decidió levantar la ermita de San Pelayo, pues así se llamaba el monje, sobre el lugar que ocupaba la cueva, después magnificó a San Pedro levantando un monasterio en la vieja ermita.

La realidad:

La Ermita de San Pelayo, punto de vigía, servía de enlace entre las fortalezas de Peñalara y Carazo, y controla el paso del río Arlanza por el valle al abrigo de los montes de Basquevanas ("Sierra de las Mamblas"). Bajo la ermita, al pie de la peña, las cuevas naturales habitadas desde la prehistoria, donde presumiblemente vivían los tres anacoretas San Pelayo, San Arsenio y San Silvano, a los cuales encontró el joven conde Fernán González estando a la caza del jabalí, y que también fueron enterrados en el Monasterio.

El Monasterio de San Pedro de Arlanza, considerado como "Cuna de Castilla" fue levantado sobre los restos de una villa romana. Fue mandado construir por Gonzalo Fernández en el año 912, padre de Fernán González, primer conde independiente de Castilla, nacido hacia el año 910 en el castillo de los Lara, quien dada la importancia del mismo, lo eligió para su descanso eterno y el de su esposa Doña Sancha. Finalmente, con la desamortización de Mendizábal, los restos fueron trasladados a la Colegiata de Covarrubias en 1841.

El acceso principal a la abadía, rematada en 1643 de estilo neoclásico, destaca por las dimensiones del portón. Entre los elementos decorativos que componen la portada destaca la escena central donde se alberga una gran escultura del conde Fernán González montado en su caballo luchando ferozmente con el enemigo sarraceno por la defensa de estas tierras de Castilla, podría simbolizar "la batalla de Hacinas", batalla librada en el siglo X y ganada heroicamente por los de Fernán González y que significó el primer gran triunfo en estas tierra ante el siempre poderoso rival sarraceno.

En frente de la portada principal, al otro lado del patio de entrada, tenemos un arco de entrada al recinto, y junto a él un depósito y fuente de agua de manantial, que llega desde el bosque por cañerías de cerámica romana de aproximadamente 1000 años de antigüedad.

El Monasterio benedictino contaba con las siguientes ocho dependencias:

 

              Planta de la Iglesia románica                                          Claustro Mayor                                                   Claustro Menor                                              Pintura de la Sala Capitular

 

1) Iglesia románica: Iniciada en el año 1080, sigue un modelo basilical, está hecha de tres naves de cuatro tramos. La cabecera se compone de tres ábsides semicirculares precedidos de un tramo recto, el central más ancho y profundo, caracterizada por un peculiar despiezo de los sillares, que a determinada altura, rompe con el sistema de anillos.

En el exterior, el espacio de los ábsides se articula en vertical mediante columnas adosadas. En los muros exteriores de las naves se utiliza un tipo peculiar de contrafuerte, con una columna adosada que remata en una cornisa decorada con el típico taqueado en tres filas. Bajo la cornisa, y a lo largo de todo el muro, una ancha franja, rematada en su parte inferior por una hilera de arquillos ciegos de reminiscencias lombardas. Aún podemos apreciar elementos decorativos del estilo románico como capiteles de evidente tosquedad técnica y en su mayor parte con temas vegetales.

Las arquerías de separación de naves, formadas por arcos de medio punto doblados sobre pilares compuestos mediante medias columnas adosadas a los extremos de la cruz, procedían del primer proyecto románico. Las cubiertas originales pudieran haber sido de cañón corrido al estilo poitevino o bien de simple armadura de madera.

La iglesia románica de San Pedro de Arlanza se modificó en el paso del siglo XV al XVI por los Colonias, artífices de las cubiertas de la Catedral de Burgos; afectaron al sistema de cubiertas, que fue renovado en su mayor parte desde el claristorio de la nave central, aprovechando en gran medida la distribución estructural de la primitiva iglesia románica; al ábside principal, sobre el que se construyó una bóveda estrellada para cuyo contrarresto se adosaron contrafuertes al exterior y sobre el crucero se construyó una esbelta y sutil linterna. A la entrada de la iglesia, desde el occidente, existía una portada románica, trasladada al Museo Arqueológico Nacional, de doble columna y con arquivoltas y adornos románicos en consonancia con los adornos del resto de la iglesia primitiva.

 

2) Torreón: La construcción de principios del siglo XIII, por orden del Abad Frater Xemeno, denota gran carácter defensivo por su porte macizo y su envergadura.

El torreón es de planta casi cuadrada y con cubo de gran tamaño adosado al poniente, donde se desarrolla la escalera de husillo que conduce a una sala abovedada en forma de crucería ojival y doble puerta con gorroneras. Al exterior tiene una serie de arquerías ciegas de corte románico-ojival con mensulitas muy graciosas. El segundo cuerpo del torreón está reservado para las campanas, es sencillo y de estrechos y altos ventanales, está adornado exteriormente en cada una de las esquinas por los escudos de la casa (castillo y llaves).

 

3) Sacristía: Lugar de preparación para los actos religiosos. Está adosada a la iglesia desde donde se accede atravesando un curioso pasillo de arcos de medio punto de estilo renacentista. Se trata de una robusta y amplia sala donde cabe destacar la bien conservada bóveda circular de estilo renacentista de notable envergadura y copia de la basílica de San Pedro, sostenida por trompas, coronadas con su escudo, y en las esquinas los cuatro casetones en forma de concha.

En su interior, se encuentra un improvisado museo donde podemos apreciar interesantes restos de diferentes épocas constructivas del monasterio: estelas romanas, capiteles románicos policromados de la sala capitular, tumba del Abad San García o San Arredondo (flor de lis francesa), escudos con el sello de la casa: el castillo (Castilla) y las llaves (unión con Navarra), restos de cerámica, etc...

 

4) Coro: Lugar dedicado a la música y el canto junto a la iglesia, en él se supone que se realizaban ejercicios de canto gregoriano en acompañamiento a los actos religiosos. Aún se conservan los nervios de un gran rosetón circular.

 

5) Claustro Mayor: El Claustro mayor o "Claustro de los intelectuales", de estilo Herreriano, fue construido por Pérez de Palacios, discípulo de Herrera a principios del siglo XVII. Su construcción se realizó sobre la base de otro anterior claustro románico similar al que en la actualidad podemos apreciar en Santo Domingo de Silos. Las condiciones económicas de la época permitieron realizar una reforma total adquiriendo el nuevo aspecto; en la actualidad se encuentra parcialmente derruido.

Alrededor del claustro, como en todos los monasterio, se articulaba la vida de la abadía, aunque en este caso existió una clara diferencia entre los monjes. En esta parte del monasterio hacían vida aquellos monjes de un mayor grado, y encargados en mayor medida a los asuntos intelectuales.

En el centro del claustro destacaba una esbelta fuente de mármol de estilo incaico trasladada en 1933 al Paseo de la Isla en Burgos. Junto a la puerta que comunica el claustro con la iglesia, contra el muro, se ubicaba la tumba románica de Mudarra, el que fuera hermanastro de los siete infantes de Lara, en la actualidad en el claustro de la Catedral de Burgos.

 

6) Sala Capitular: La sala capitular, también conocida como "sala de los tesoros", es de planta cuadrangular de estilo románico y albergaba tres alturas. Era en su interior donde se encontraban grandes riquezas.

Por un lado se trataba de la biblioteca de la abadía, y teniendo en cuenta que estamos hablando del que fuera importante enclave económico cultural en época medieval, entre sus muros se encerraba el que fuera posiblemente el mejor "scriptorium" del naciente idioma castellano. Numerosos manuscritos incunables fueron dispersos a raíz de la desamortización, parte de ellos fueron a la cercana abadía benedictina de Santo Domingo de Silos, otros a archivos históricos o colecciones privadas, y otros desgraciadamente ni se sabe donde fueron a parar. Estudios recientes basados en la recopilación de los dispersos manuscritos originarios de este destacado monasterio, demuestran la enorme relevancia de estas afirmaciones. Así pues, si hablamos de los orígenes del castellano, es un gravísimo error olvidar mencionar esta abadía.

Pero los tesoros no solo eran escritos; también en estos muros se escondían otros tesoros como las pinturas románicas, frescos pintados en sus paredes, considerados como uno de los más importantes ejemplos de la pintura tardo románica española. Los frescos que hacen referencia a animales mitológicos se conservan parte en el Metropolitan Museum de Nueva York, otros fragmentos fueron a parar al Museo Fogg de la Universidad de Harvard, y otra parte al Museo de arte románico de Barcelona.

También se nos dice que el piso bajo servía de sala de reunión para los primeros condes castellanos a la hora de debatir sus asuntos internos.

 

7) Reflectorio: Era el lugar donde se albergaba la cocina y el comedor de la comunidad. El comedor, con capacidad para unas 200 personas, disponía de un atril desde donde se realizaban lecturas durante la comida, lo cual nos indica el grado de dedicación y disciplina de la abadía.

Al fondo del refectorio, junto a los muros exteriores de la iglesia, se conserva una pequeña sala donde se nos cuenta que en época de la inquisición se realizaban encarcelamientos y prácticas de tortura como el gota a gota.

 

8) Claustro Menor: El claustro menor o "claustro de los legos", de estilo herreriano fue alzado junto con el claustro mayor y la mayoría de las dependencias monacales que forman la actual abadía.Era en torno a este claustro donde hacían vida el resto de la comunidad mas dedicada a los trabajos de la huerta y de los distintos oficios.

En el centro del claustro destaca el esbelto "pinsapo", ejemplar de unos 160 años, atípico en esta zona, pues se trata de un ejemplar único en la provincia. Este ejemplar exótico fue traído probablemente de la sierra de Cádiz, lugar donde abundan estos ejemplares. Por tratarse de un árbol de gran envergadura, se esta temiendo que su crecimiento pueda afectar a la propia estructura del monasterio.

Entre algunas curiosidades cabe mencionar que el río Arlanza penetra por debajo del monasterio, y así los monjes se procuraban su pescado desde la celda cuando quedaban aislados en invierno.

Asimismo, denotar la grandeza del paso del sonoro río Arlanza por el ahora mudo monasterio, envuelto por un impresionante y bien conservado bosque de sabina albar, pequeña conífera reliquia del terciario, de excepcional longevidad, de los que algunos ejemplares superan los dos mil años de antigüedad.

Hace no más de cuarenta años, vivían, en lo que actualmente son ruinas, varias familias como vigilantes del monasterio y de las vastas extensiones de monte que le rodean, siendo éstas propiedades privadas desde su venta por el estado a raíz de la desamortización. Casi una docena de niños, que vivían en el monasterio, hacían el trayecto andando desde Arlanza hasta Hortigüela (5 kms.) para ir a la escuela.

 

 

 

Horarios de visita (libre):

- Octubre a Abril: De 10:00 a 17:00h

- Mayo a Septiembre: De 10:00 a 14:00h y de 16:00 a 20:00h

Cerrado los lunes, martes y último fin de semana de cada mes.

Teléfono gestión de visitas para grupos: 689 596 064

 

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